Tannat peruano: el vino premium que no puede faltar como regalo navideño

En esta época del año en la que el brillo de las luces se mezcla con el aroma a canela y pino, elegir un regalo se convierte en una forma de decir algo más profundo que un simple “Feliz Navidad”. Es un gesto que busca transmitir afecto, admiración o gratitud, y pocas cosas lo expresan mejor que un vino capaz de contar su propia historia desde el color hasta el último sorbo.

Entre las opciones más memorables, el Tannat peruano ha ganado terreno como un obsequio ideal para quienes aprecian vinos de carácter, estructura y autenticidad. Aunque tradicionalmente asociado a Uruguay o al suroeste francés, el Tannat ha encontrado en el sur del Perú —con su oscilación térmica, vientos secos y suelos pedregosos— un entorno que lo transforma. Aquí, los taninos firmes que lo han hecho célebre se integran con una fruta negra más expresiva y un frescor que sorprende incluso a paladares expertos.

El atractivo del Tannat: un vino que expresa fuerza, elegancia y celebración

Si algo define al Tannat es su presencia. Es un vino que se recuerda. Su concentración fenólica, su estructura y su capacidad natural de guarda lo convierten en una opción premium para ocasiones especiales. En su versión peruana, esa potencia se equilibra con una tensión frutal que lo hace ideal para quienes quieren regalar un vino robusto pero amable, intenso pero refinado.

Además, es un acompañante perfecto para las cenas navideñas. Su equilibrio entre fruta negra, acidez fresca y taninos firmes lo vuelve ideal para platos como lechón al horno, pavo en salsa, carnes especiadas, quesos curados y recetas tradicionales de temporada. Regalar un Tannat es dar una experiencia completa: desde el ritual de descorcharlo hasta el placer de acompañar una mesa festiva con un vino de carácter.

Por qué es un regalo premium (y diferente) esta Navidad

En un mercado donde abundan las etiquetas repetidas, el Tannat tiene un halo de exclusividad que lo distingue. No es una cepa masiva ni convencional, y eso se siente desde que alguien recibe la botella: es un regalo pensado, distinto, elegido con intención. Sus notas profundas —frutas negras maduras, arándano, ciruela, higo, cacao y especias sutiles— lo convierten en un vino que sorprende desde el primer instante.

Y más allá del sabor, regalar un Tannat peruano es un homenaje a nuestra propia tierra. Es reconocer el potencial del sur del Perú, la tradición vitivinícola y la capacidad de nuestras bodegas para crear vinos de calidad, complejos y emocionantes. Es una forma elegante de compartir una historia en cada copa: de clima, de terroir, de manos que cultivan y de una identidad que se está consolidando en el mapa enológico.

Los Tannat de Tacama: potencia, estructura y carácter en cada copa

Los Tannat de Tacama revelan por qué esta cepa es sinónimo de fuerza, taninos firmes y elegancia oscura. El Gran Tinto Las Tablas Malbec Tannat muestra el equilibrio entre dos mundos: la suavidad frutal del Malbec y la estructura profunda del Tannat, logrando un vino de cuerpo pleno ideal para carnes rojas y quesos curados.

Por su parte, Toñuz Quebranta Tannat propone una lectura distinta de la cepa: un blend de espíritu peruano (80% Quebranta) con un toque francés (20% Tannat), fresco, afrutado y amable, perfecto para platos criollos o recetas con salsas dulces.

Y si se busca el Tannat en su expresión más intensa, Don Manuel Tannat despliega aromas perfumados, acidez firme y capas de ciruela y arándano, con un cuerpo voluminoso y un final persistente que brilla junto a platos especiados como cabrito a la norteña o carapulcra con cerdo. Cada etiqueta encarna una forma distinta de entender el carácter del Tannat, siempre bajo la mano experta y la tradición de Tacama.

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