El Petit Verdot, con su potente carácter de mora, violeta y ciruela, es el “solista” de la bodega. Al igual que una canción que necesita la acústica perfecta, su descorche exige el ambiente ideal para que sus profundos sabores alcancen su máxima expresión.
Antes de servir un Petit Verdot, déjame decirte que has elegido una variedad con historia, cultivada en el milenario valle de Ica, en la bodega más antigua de Sudamérica. No es un vino tímido; es profundo, intenso y, a menudo, tiene ese toque de especias dulces. Si lo sirves “a la rápida”, te pierdes la mitad de la magia. Te garantizo que si aplicas este ritual sencillo, cada copa será una conversación, no solo una bebida. En este artículo vamos a liberar esos aromas afrutados que el vino ha guardado celosamente para ti.
La temperatura es tu primera alarma en tu vino Petit Verdot
Piensa en la temperatura como la alarma de tu vino. Si está demasiado frío, duerme. Si está muy caliente, está agitado y el alcohol opaca la fruta.
El error más común con los tintos como el Petit Verdot es servirlos a “temperatura ambiente”, porque esta suele ser muy relativa. Puede ser muy fría o puede ser muy caliente. En este punto, los exquisitos aromas a violetas y bayas se volatilizan y solo sientes el calor. ¿La temperatura ideal? de 16°C a 18°C.
Pon tu botella de Petit Verdot en el refrigerador por unos 20 a 30 minutos antes de servirla. Cuando la sirvas, se calentará lentamente en la copa, permitiéndote disfrutar de toda su evolución. Una temperatura ligeramente baja al inicio potencia el frescor y la percepción de la fruta negra, característica de esta uva.
¿La copa correcta? El instrumento perfecto para servir un Petit Verdot
Para el Petit Verdot, que es potente y aromático, necesitamos una copa que cumpla dos funciones: un cuenco grande y ancho que permita una gran superficie de contacto para oxigenar el vino; y una boca que se estreche ligeramente en la parte superior para atrapar y dirigir los aromas frutales hacia ti.
Busca copas de tipo Burdeos. Su gran tamaño te obligará a servir poco vino (solo hasta el punto más ancho), dándote el espacio crucial para girar el vino y desatar la explosión afrutada. El resultado es más que un sorbo: Es la certeza de que has maximizado la experiencia de un gran vino, y has podido degustar en la máxima expresión el trabajo de la viña y bodega de Tacama.
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